Por la noche, la luz de Venecia es la justa. Es como si, en su aislamiento marítimo para defenderse de invasiones bárbaras, también se hubiera defendido contra la luz eléctrica, que parece haber llegado aquí solo para iluminar lo mínimo, para poder orientarse mínimamente por las calles. Pasear de noche por ellas es una experiencia extraña y sugestiva, de otro tiempo. Edificios y fachadas, incluso los monumentales, apagados por completo. Calles siniestras, tenebrosas, sugerentes, medievales, tan solitarias que no llega ni la luz. En España, con esa tendencia tan de modernidad mal entendida de sobreiluminarlo todo, perdemos imágenes únicas de nuestras ciudades y edificios, las igualamos todas para mal. Frente a esto, Venecia, aquejada desde luego de otros males, enseña que con la luz justa se consigue mejor eso que es tan difícil de encontrar y que solo tienen los buenos edificios o las buenas ciudades bien conservadas: atmósfera.
de Arquitectura y otros cuentos
José María Rincón Calderón, Arquitecto | Arquitectura, Cultura, y otros temas que me interesan desde Sevilla
El cine y la ciudad: Sevilla
Solo un cineasta-pintor como Carlos Saura, con esa audacia formal y contenida que tenía a la vez un pie puesto en el arte pasado y otro en el cine presente, es capaz de retratar una ciudad en una película sin ni siquiera mostrarnos una sola imagen de ella. Luis Cernuda escribió en Ocnos la más bella elegía sobre Sevilla sin escribir su nombre una sola vez. Saura parece tomar un punto de vista parecido en Sevillanas (1992), con el saber mirar que poseía entrenado en la fotografía; y traza un collage brumoso, nostálgico y emocionante de la ciudad casi con las herramientas de un cuadro abstracto.
En esta secuencia que cierra la película, decide que todo pivote alrededor de una Rocío Jurado gigante e inabarcable situada en el centro mismo de la gente (una turris fortissima). Y con la cámara sabia de José Luis Alcaine, nos desvela el alma de una ciudad entera a base de impresiones. Toda la ciudad está ahí: la luz blanca de la primavera, la alegría de un mediodía bajo el sol, los colores que hacen la ciudad, la mirada orgullosa de sus gentes, la bulla acompasada, la ciudad organizada en torno a la fiesta, la ciudad fabricada por sus habitantes en ritos que se repiten desde hace siglos, las arquitecturas efímeras, sus sombras y sus luces.
Y en una decisión audaz y hermosa para cerrar la película, decide elevar poco a poco la cámara y mostrarnos el truco de su película y, a la vez, tocar la médula de la ciudad como sólo lo han hecho algunos grandes poetas: quizás Sevilla sólo sea una gran tramoya, una ciudad imaginada, un ideal nostálgico, un espejismo falso o un trampantojo que únicamente existe como certeza en las cabezas de los que la habitamos; y que, siempre que la evoquemos con los ojos cerrados, es la más rotunda de las verdades.
El cine y la ciudad: Brujas
El cine y los edificios: La ventana indiscreta.
La distribución de los pesos
“La arquitectura es, fundamentalmente, el arte de la distribución de los pesos. La poesía también lo es, aunque metafóricamente.”
El buen Arte tiene la capacidad de emocionar en primer lugar, y, a menudo, de expresar o condensar lo abstracto que habita dentro del que lo crea, de manera consciente o inconsciente. Todo lo que es inasible, insondable o ni siquiera puede formularse en forma de preguntas y respuesta concretas. Lo trascendente que habita en todo lo intrascendente, las sensaciones que no tienen ni nombre, misteriosas, y que son las que nos mueven y dirigen como un impulso original y primitivo.
Y dentro de todos los tipos de saberes, de disciplinas y de artes, siento últimamente que la Poesía ocupa el lugar más elevado. Definir, destilar, congelar, perpetuar “el infinito que llevamos dentro” en palabras de Juan Ramón Jiménez, con tan pocos elementos como lo hace un poema (apenas unas cuantas palabras, una estructura formal de pesos -de versos y de rimas- que casi no se ve, como un andamiaje invisible) es una creación sólo al alcance de espíritus elevados muy concretos, tocados por un dedo superior, una chispa singular. También siento que cuanta más poesía lea, mejor arquitecto seré.
La mirada común de Eastwood y Sorrentino
Alegato por un blog
Un estilo nacional
Las portadas neoclásicas de las casas de Bremen, que disfruto en los veranos, parecen también sumarse a ese rasgo que observo en las ciudades alemanas o suizas: conservar y no demoler y comenzar todo desde cero a la menor ocasión. La oportunidad, entendida en Alemania, sería no demoler. Hemos visto infinitud de locales, aseos, restaurantes, que siguen como en los años 70 u 80. No hay necesidad de reformarlos solo porque parezcan anticuados. Lo mismo ocurre con el Neoclásico: se siguen construyendo columnas y frontones, porque de algún modo, siguen funcionando. ¿Qué necesidad hay de cambiar de lenguaje?, deben preguntarse. Una mentalidad práctica y conservadora que define a un país.
El cine y la ciudad: Roma (II)
El espacio sagrado moderno y contemporáneo. Santa Rita, Madrid
Por motivos familiares, llevo años visitando con cierta frecuencia la Iglesia de Santa Rita de Madrid, un templo parroquial de los Agustinos Recoletos en la calle Gaztambide. Proyectada por los arquitectos Antonio Vallejo Álvarez y Fernando R. de Dampierre e inaugurada en 1959, desde que la visité por primera vez, la iglesia me atrapó, como arquitecto y como católico.
De la sorpresa y el asombro inicial se pasa a los interrogantes sobre la formalización del espacio, sobre la construcción del templo y, particularmente, sobre su estructura portante. La fuga hacia arriba es un elemento de composición clásico en la Arquitectura cristiana pero aquí está llevado hasta sus últimas consecuencias, con toda la sección del templo orientada hacia la verticalidad, haciendo fluir el espacio en un movimiento único, concentrado y ascendente. La difícil cuestión de la planta circular - que favorece la identificación de la Asamblea y que tanto se practicó con resultados desigüales después del concilio Vaticano II- y la convivencia de la misma con la clara direccionalidad que supone la orientación hacia el altar, se resuelve aquí de forma ejemplar, trabajando desde la planta y desde la sección del templo al mismo tiempo. En ese sentido, podría verse como un proyecto "anticipado a su época", que se resiste al clásico análisis y representación por plantas y requiere de otros modos de representación espacial para la comprensión de su espacio. Pueden consultarse magníficos artículos y comentarios sobre el proyecto y su proceso de construcción, incluso narrado por los propios arquitectos, aquí, aquí y aquí.
El cine y la ciudad. París.
El cine y la ciudad. Roma
El cine y la ciudad. NYC (II)
El cine y la ciudad. NYC.
Volver a Soane

La visita a su casa sigue siendo sorprendente y desconcertante y deja más preguntas que respuestas. El misterio, incluso la broma, como ingrediente del espacio, tan olvidado hoy, se magnifica aquí. Hay algo críptico en esta casa, que no se puede terminar de resolver y que es lo que multiplica el efecto por mil. Su texto "Crude Hints towards an history of my house in Lincoln's Inn Fileds", donde imaginaba su casa como una ruina, como las ruinas romanas y mediterráneas que él visitaba, visitada por las generaciones venideras mientras especulaban sobre su construcción y sus usos, es particularmente extraño, desconcertante, y, de alguna manera, profético. Cuando se pasea por su casa, de algún modo, es imposible no especular e imaginar, ir dibujando mapas mentales y planos imaginarios de la vivienda
Arquitectura en Doñana
Arquitectura sólida
Sigo recuperando e investigando asuntos acerca de la arquitectura vernácula y me encontré hace poco con este texto de Antonio Muñoz Molina en su imprescindible ensayo "Todo lo que era sólido" (Seix Barral, 2013): "En los años de más obsesión por la memoria histórica se estaba lobotomizando la memoria visual de los paisajes españoles, la más frágil de todas, la memoria no de los monumentos aislados sino de la arquitectura popular, la prosa de la vida, la herencia de siglos de adaptación sabia y obstinada a las condiciones casi siempre ingratas, la continuidad orgánica entre los paisajes naturales, la agricultura, la edificación, esa belleza austera que uno solía encontrar en casi cualquier sitio de España, y que no tendría que haber sido incompatible ni con el desarrollo ni con el derecho de las personas a mejorar las condiciones de sus vidas".
Hacerse mayor
![]() |
Vista de San Pedro en Roma, Luois Kahn, 1928-29 |
Plano picado
_001.jpg)